Estrechamente relacionado con el punto anterior está el concepto de no-directividad. La misma teoría de Rogers toma el nombre de no-directiva o centrada en el cliente o en el alumno.
Este concepto lo desarrolla Rogers tomando como punto de partida dos aspectos:
a) Hay una confianza en que el cliente (paciente, alumno) puede manejar constructivamente su vida y solucionar sus propios problemas. Este supuesto es una consecuencia directa del postulado de la bondad innata del hombre. Si se deja actuar a la persona, lo que haga, estará bien. Además, la persona es la única que puede llegar a conocer sus problemas, y, por lo tanto, la única que puede resolverlos.
b) Por otra parte, cualquier tipo de directividad (enseñanza, orden, mandato, etc.) podría ser perjudicial para el desarrollo de la persona, puesto que estaríamos impidiendo su "crecimiento personal". En otraspalabras, no debemos decir al niño lo que debe hacer. El hará lo que quiera o sienta y eso estará bien. Ni el padre, ni el maestro, ni el terapeuta deben dirigir la conducta del niño, sólo deben "facilitarla", esto es, poner las condiciones necesarias para que se desarrolle.
"El niño... debe ser tratado como persona única, digna de respeto, con el derecho a evaluar su experiencia a su manera, con amplios poderes de elección autónoma" (ROGERS, Carl R. 1980: 19).
Desde luego, la función de los padres debe cambiar: El concepto "educar a los hijos" debe substituirse por "relacionarse con los hijos"." (ROGERS, Carl R. 1980: 19). La idea misma de "mi hijo", debe ser modificada. Los padres no son "dueños" de sus hijos. Son solamente los padres de los hijos. Son solamente los padres de los hijos.
La función del maestro será cambiante y flexible, pero definitivamente no-directiva. Debe crear un clima de aceptación en el grupo, aceptar a sus alumnos como son y ayudarles a que se acepten entre sí mismos; debe facilitar el aprendizaje ¿Cuándo? cuando los alumnos lo requieran o soliciten; deben considerarse como un recurso que el grupo puede utilizar de la manera que les resulte más significativo; debe ser un participante más del grupo. (ROGERS, Carl R. 1977:343).
En el terreno terapéutico encontramos también Hablar de padres que no educan a sus hijos o a un terapeuta que no aconseja, orienta o propone soluciones; un terapeuta que debe desproveerse aún de su propio yo con el fin de no influir - y perjudicar- al paciente.
"En la terapia centrada en el cliente, éste encuentra en el consejero otro yo genuinoen el sentido técnico y operacional, un yo que temporariamente se ha desprovisto de su propia yoidad, excepto en lo que se refiere a la cualidad de intentar comprender" (ROGERS, Carl R. 1977:49)
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